La vida en bus en constante peligro desde los valles hacia Quito




Exceso de pasajeros del bus 20 Yaruquí-Quito.


El pasado 13 de abril me transporté a las 06:30 en un bus público desde Yaruquí (parroquia oriental) hacia Quito, Ecuador.


Desde el inicio del viaje el bus ya tenía la capacidad autorizada de pasajeros, que según un letrero detrás del chofer indicaba que podía llevar a 42 sentados y 28 de pie.

Desde la primera parada del bus número 20 de la cooperativa Yaruquí ya excedió esa cifra. Y desde ahí hasta Cumbayá pasando por Tababela, Pifo, Puembo, Tumbaco, La Primavera recogía más pasajeros, a pesar de los constantes reclamos en que no había más espacio.

En las diferentes paradas la Policía solo exigía que el conductor del bus cierre las puertas para que los pasajeros no vayan colgados.

Ya en Cumbayá, el control de la Policía era más exigente, pero solo para los vehículos del 'pico y placa' que suben hacia Quito.

Esta historia también se repite para quienes viajan desde Quito hacia los sectores de El Tingo, Alangasí, La Merced, Amaguaña, Pintag, en el valle de Los Chillos.

Hoy es evidente que la población crece en los valles y por lo tanto necesita más servicios, en este caso más buses, para que en las horas 'pico' no exista la conglomeración excesiva de pasajeros.

Una noche también viajé desde Quito hacia Yaruquí en el último bus hacia el valle de Tumbaco, que salió a las 22:30 desde la estación Río Coca, en Quito. Decenas de pasajeros buscaban apretarse más dentro del bus, para puedan viajar quienes no lograban subir al bus porque ya no había espacio.

La Policía detuvo al bus en la intersección de las avenidas Granados y Simón Bolívar porque los pasajeros viajaban colgados en las puertas. Todos exigimos más unidades y que hayan en horarios más extendidos para no viajar en esas condiciones, pero la Policía y el chofer del bus dijeron que no les compete, sino a una organización gubernamental.

Entonces ya no solo en las horas pico faltan buses, sino que los choferes prefieren arriesgar las vidas de los pasajeros con buses repletos, con constantes riesgos y no ponen más unidades para mejorar en algo el servicio. A esto se suma el constante irrespeto de los controladores y el robo de los delincuentes que aprovechan los apretones para llevarse lo que más pueden.

Además se nota que la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) no controla ni siquiera los valles de la capital del Ecuador y peor en las provincias. Es así, que la última tragedia de un bus por exceso de pasajeros dejó 30 muertos y 27 heridos en la vía Ibarra-San Lorenzo, el pasado sábado 18 de febrero, en el feriado de Carnaval. En la última semana de abril hubo 3 volcamientos de buses en: Guayllabamba, Papallacta y Chone con 18 muertos y 56 heridos.

La ANT debe cambiar la cultura de servicio de los choferes de buses y controladores, además exigir a las cooperativas de buses para que hayan más unidades, porque está claro que no hay las suficientes unidades de transporte público, para que en las paradas los pasajeros no nos desesperemos por conseguir un bus que nos lleve hacia Quito desde los valles.

Reporte de la tragedia en la vía Ibarra-San Lorenzo

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